Llegó el 18 y seguimos distantes.
Nos mintieron con las 2 semanas y van meses sin vernos en directo.
Ya no hay payas a media tarde ni carrera de ensacados. Para que decir del primo chico que trae perejil en vez de cilantro.
Las fotos se vuelven imprescindibles a la hora de almuerzo, solo así llenamos los espacios que quedan en la mesa. Y el salud se hace colectivo aunque estemos a distancia.
Ya no hacemos 10 empanadas de más, “por si llega alguien”. Y tampoco dejamos la puerta sin llave, para que no golpeen.
A la parrilla le sobra espacio, o es solo de una tanda. A la granadina le queda mas de la mitad y es hora de once. Y el pipeño no es en garrafa, sino que en botella retornable.
Este 18 es como la empanada con pasas. Nadie lo entiende y a pocos les gusta.
¿Cumple alguna función la pasa? Algunos dicen que es para bajar lo fuerte de la cebolla, pero amigo ¿a quién no le ha repetido una empanada?
Quiero que termine luego esta fiesta, así dejo de utilizar la excusa del trago para ahogar la pena.
Al mirar por la ventana, veo pocas banderas tricolores. Pienso que es porque los vecinos salieron y están celebrando estos días con sus familias en el campo. Pero cuando salen a fumar al balcón, mi teoría se va a piso y entiendo que siguen ahí. Que tal vez no han puesto la bandera porque se les olvidó, o porque pensaron que era un feriado cualquiera.
Ya no huelo el aroma al carbón quemando la parrilla, de hecho, creo que olvidé como era ¿Habré perdido mi talento de asador? Espero que no. Mi ascendente en Leo no permitiría dejar el protagonismo a alguno de mis primos.
Este 18 es distinto.
Ya no hay pino, la empanada solo lleva pasas.