El peón se mueve,
E4 es su hogar.
En la orilla,
la torre espera atrapada.
Sin querer el viento
interrumpe.
Por la ventana,
temerosa
ingresa una polilla.
Le saludo,
no responde,
la invito a salir.
El peón sigue en E4.
El caballo contrario
lo acecha,
mastica pasto sobre su nariz,
le echa el tufo y le gotea baba en su oreja.
Afuera el viento azota.
¿Qué quieres?
Un amigo en D3 acompaña al vaquero solitario,
y a la vez lo defiende.
¿De qué?
Nadie sabe,
juntos sobrevivirán.
El juego sigue,
y el peón en E4 observa,
cómo todos se mueven,
y el sigue en su cuadrilátero
esperando la campana.
Por sus ojos
pasan sacrificios,
intercambios.
No entiende nada.
¿Es la vida tan fácil de entregar?
¿Quiénes somos en esta caja?
¿Moriremos?
¿Viviremos?
Los sonetos de la muerte se disipan.
Afuera las hojas vuelan,
sin destino
chocan,
se entrelazan.
¿Habrá amor en una hoja seca?
La fiesta parece terminar,
no queda gente en la pista.
La reina fue sacrificada,
el galán se esconde en el torreón,
un par de invitados siguen en la barra.
No hay trago que apague la soledad.
¿Por qué sigo acá?
La angustia colorea su cara.
¡E4 ya no es mi casa!
Recordó a su amigo
en D3.
Lo aplastó la reina antes de irse,
nunca supo su nombre.
El aroma a roble asoma por la ventana,
se acerca.
El viento trajo una botella.
No hay más que hacer.
Ahora puede callar
la ansiedad,
que nunca estuvo invitada.
El peón se embriaga en valentía y avanza,
paso a paso se aventura,
puede dar uno a la vez,
retroceder no está permitido.
Llega a su meta.
Entre la hierba aparece un mago
“Puedes transformarte en lo que quieras”
le promete,
en lo que sea.
Fijamente observa al hechicero,
Ve su gorro puntiagudo,
el engamuzado traje azul,
su varilla de alerce milenario.
En eso,
El viento nuevamente
azota la ventana.
Trae consigo un destacamento de polillas,
se acercan.
Toman de rehén al peón y vuelan al exterior.
El peón sonríe,
nunca quiso ser reina,
la libertad era su fin.
Quiero volar junto a las hojas secas,
gritó.
Justo antes
de preguntar su nombre.