Fantasmas nocturnos asoman a lo lejos,
se acercan sigilosos al ritmo del son mayor.
Ningún ejército domina la necesidad crónica del deseo
Rasguñar tu espalda con mis labios,
sentir tu miedo desnudo.
Por la ventana, la lluvia danza con el viento
el tango triste de la ironía.
Ningún sacerdote ruega por el prójimo herido
El plano de tu rostro no es más que un paisaje
Exótico,
desierto y pantano. La llave del candado que abrirá la nostalgia.
Un lugar inexplorado y a la vez vivo. Toda semilla crece a su lado.
No es más que yo, ni me nos que tu
Es algo mayúsculo, perverso
«Nadie puede sufrir más que ayer»
Y la felicidad eterna es una incógnita.
Te pienso,
Me desvelo como un niño en Navidad,
La noche es testigo de eso
Y de la lluvia
Y del viento.
La rubia cabellera se asoma por los montes.
Al mismo tiempo, mí ceguera acentúa la ausencia
de tu rostro inexplorado.
El día comienza sin sentido
Cómo un Canuto sin su biblia
Como un arcoíris de múltiples colores, sin su puerto principal