Se acerca el mundial de fútbol en Qatar, y el morbo se apodera de los fanáticos de este deporte. Algunos apuestan por quien será campeón y otros, prometen mandas a algún santo que nunca han visitado. Pero los que más expectativa generan, son los países que no clasificaron.
Chile, Perú, Suecia, Italia, entre otros. Llenan portadas con noticias del evento futbolístico más importante. Posibles alineaciones, lesionados de última hora, reportajes a los estadios; son algunos de los titulares que adornan los televisores.
Los mas hostiles, ruegan porque Argentina se coma un 4-1 frente a algún equipo africano, o que Uruguay le gane a Brasil y que todos los periodistas clasiqueros coreen, en todos los canales del mundo, “La resurrección del maracanazo del 50´” (Uruguay le ganó a Brasil, la final del mundial del 50´, en el estadio Maracaná, 2-1).
Por mi parte, el morbo me consume en la fase de eliminación directa. No saben cómo gozo con los alargues, con un gusto mayor, si el tiempo reglamentario termina en empate a cero. Los disfruto tanto como un primer beso, o la mascada a un completo después de un bajón de casi una hora. Esos resultados fomes merecen que los jugadores terminen con la lengua afuera, acalambrados y cojeando en la cancha; así pagan de alguna forma la monotonía que ofrecieron durante 90 minutos.
En los descuentos se aprecia la jerarquía de los equipos, la estrategia de los técnicos y el nerviosismo de los hinchas; quienes ruegan que su país marque un gol durante los 30 minutos de prórroga.
Con mi abuela Aurora veremos el mundial por televisión. Tendré que explicarle que los de rojo no son chilenos, sino que de Portugal o Dinamarca; Que Caszeli no está jugando y que, el comentarista acertado no es Julito Martínez.
El otro día sacamos la cuenta y ha visto 15 citas mundialistas. Desde Inglaterra 66´ a Rusia 2018. El de Chile lo siguió por radio, ya que no había televisor en casa. Así que, en las repeticiones posteriores, pudo apreciar el mangazo que Leonel Sánchez le propinó al italiano Mario David, en aquel recordado partido en fase de grupos.
Con Aurora gritamos el gol de Mark González a los suizos, en el mundial de Sudáfrica; lloramos con el palo de Pinilla y celebramos la copa América del 2015. Todo en familia y siempre con la parrilla encendida.
Mi abuela es fanática del fútbol, hincha acérrima de Colo-Colo. Chupete Suazo, Claudio Bravo y Carlos Caszeli son los jugadores que mas recuerda cuando vemos los partidos. De vez en cuando, debemos recordarle que debe alentar por los blancos y en otras, se queda dormida a mitad de partido. Pero siempre se pone feliz cuando lee en el diario que ganó Colo-Colo.
En enero, Aurora cumplirá 90 años. Tal vez, el de Qatar, sea su último mundial. Decir que no comenzó su alargue, sería tapar el sol con un dedo. La realidad es un trago que se disfruta, y que otras veces, amarga la garganta y humedece los ojos.
Sin embargo, su prórroga, es digna de admiración. No es como esos partidos fomes, donde los equipos especulan y la tocan para atrás:
- Aún cocina (no se le pega el arroz, y su cazuela de ave aún es remedio para la caña)
- Se levanta temprano a tomar desayuno
- Plancha sus faldas y blusas
- Conversa de corrido y se acuerda del pasado con alegría
- Manda a comprar pan (remarca, que le traigan el vuelto)
- Completa las sopas de letra, casi a ojos cerrados
Ya no lee Corín Tellado, pero el diario lo consume como uno de esos cuentos subidos de tono. Antes de las 10 ya está actualizada con todo el quehacer nacional.
Aunque Chile no haya clasificado, la tele estará encendida todo el mes que dure el mundial, y prenderemos la parrilla con alguna excusa. Espero que los tíos la visiten, porque eso la contenta más que un triunfo de Colo-Colo.
La familia es su hinchada. Los goles que alentamos, son los años que esperamos siga riendo con nosotros. En enero cumple 90´, no sabemos cuánto alargue le queda. Pero la acompañaremos y escucharemos sus historias, esperando que el pitazo final demore en llegar.